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sábado, 3 de abril de 2010

Alta participación irlandesa en la declaración de Bruselas

Artículo del Diario Vasco.
Doce meses como máximo. Ése es el plazo que los 21 mediadores internacionales firmantes de la Declaración de Bruselas contemplan para que ETA declare un alto el fuego permanente y verificado. La posibilidad de «acabar con el último conflicto que queda en Europa», como recoge la declaración leída el lunes en el Parlamento Europeo, debiera de dar pasos al frente en los próximos meses porque de lo contrario, según dice el impulsor del documento, el mediador sudafricano Brian Currin, «sería muy triste».
Este manifiesto se produce a las puertas del Aberri Eguna que Batasuna y EA celebrarán por primera vez de manera conjunta bajo la convocatoria de Independentistak, y en una semana, la Santa, especialmente significativa para los abertzales. Y es que Irlanda del Norte sigue ejerciendo una atracción especial. No en vano el proceso dibujado por la izquierda abertzale se basa en los denominados principios Mitchell aplicados con éxito en el Ulster. Es el espejo del nacionalismo vasco. El próximo día 10 se cumplirán doce años del Viernes Santo del Acuerdo de Stormont firmado por los gobiernos británico e irlandés y el 28 de julio, cinco desde que el IRA provisional anunciara el cese definitivo de la lucha armada.
La Declaración de Bruselas supone un avance para la izquierda abertzale en su apuesta firme por reactivar la internacionalización del que denomina «conflicto vasco» ante los intentos del Gobierno español por «silenciarlo o manipularlo». El documento entregado el pasado lunes en el Parlamento Europeo lo firman, entre otros, cuatro premios Nobel de la Paz -el ex presidente sudafricano De Klerk, el arzobispo de este mismo país Tutu, el arquitecto del proceso de paz en Irlanda del Norte Hume y la norirlandesa Betty Williams-, protagonistas en resolución en conflictos, entre los que se encuentran Jonathan Powell, jefe de gabinete de Tony Blair cuando éste era primer ministro británico, y el ex secretario general de Interpol, Raymond Kendall, así como académicos especialistas en procesos de paz, fundamentalmente de universidades estadounidenses. «Si han dado su firma es porque saben que hay agua en la piscina», argumentan fuentes conocedoras del proceso.
El punto de partida de esta iniciativa se sitúa en la resolución 'Zutik Euskal Herria', en la que la izquierda abertzale apuesta «exclusivamente por medios pacíficos, democráticos y no violentos para conseguir sus objetivos», o lo que es lo mismo, en su creencia en el diálogo y la negociación entre las fuerzas políticas en base a los principios del ex senador George Mitchell. Estas premisas, aplicadas con éxito al conflicto de Irlanda del Norte, dejan bien claras las reglas del juego y obligan a la exclusiva utilización de medios democráticos, a renunciar al uso de la fuerza, al desarme total de forma verificable y a respetar los acuerdos.
El documento 'Zutik Euskal Herria' refunde las conclusiones del debate interno llevado a cabo en el último año en 270 asambleas locales lo que incrementa la legitimidad que tendrá la dirección de la izquierda abertzale para dar nuevos pasos que profundicen en su estrategia.
Pasos consecutivos
La segunda interpelación que formula la Declaración de Bruselas -ésta de forma indirecta- tiene como destinatario el Gobierno español. Siempre con la condición de que ETA anuncie un cese de la violencia supervisado, el manifiesto le emplaza a permitir «que los nuevos esfuerzos políticos y democráticos avancen, las diferencias sean resueltas y se alcance la paz duradera». ¿Cómo? Currin apunta, a título individual, algunas de los «esfuerzos» que el Gobierno central podría hacer si la respuesta de ETA es positiva. «Garantizar que la izquierda abertzale pueda presentarse a las elecciones, que se proceda a la repatriación de los presos políticos vascos y que se relaje la legislación sobre seguridad».
En cualquier caso, quien ya ha reaccionado a la Declaración de Bruselas ha sido la propia izquierda abertzale. Lo hizo al día siguiente de que Currin presentara el manifiesto en el Parlamento Europeo, valorando que los mediadores «de reconocido prestigio y trayectoria vital» mostraran su «preocupación» por lo que ocurre en el País Vasco y sobre todo reconoció la declaración de los 21 firmantes de «forma positiva y en toda su dimensión».
La izquierda abertzale reafirma su disposición a buscar «la resolución del conflicto» teniendo como base su estrategia recientemente adoptada ('Zutik Euskal Herria') y señala que el comunicado de Bruselas «se trata de una importante aportación en la construcción de un nuevo escenario en Euskal Herria», tarea en la que considera todos los agentes implicados deberían comprometerse. La izquierda abertzale se suma así de manera implícita al llamamiento a ETA para que declare un alto el fuego permanente y verificado y se una a un proceso político sin violencias y sin injerencias. Currin, en una reciente entrevista a este periódico, ofrecía su opinión al respecto: «El éxito del proyecto político depende del fin de la violencia. Si no hay un alto el fuego este proyecto no va a tener éxito. Y ETA y la izquierda aber-tzale entienden o saben que es así».
La postura de ETA
Fuentes conocedoras del proceso tienen la convicción de que la reflexión estratégica de la izquierda abertzale sobre el final de la violencia sí está madura y que los apoyos internacionales recibidos a su iniciativa «les han dado mucho aire». La 'cocina' echa humo. Lo que por el momento desconocen es si ETA pudiera entender que se está a las puertas de un proceso de paz y no de un proceso de resolución de un conflicto político en el que se irán dando pasos en la medida que se vayan produciendo resultados tangibles.
La reciente muerte de un gendarme en un tiroteo en París no despejó desde luego la incógnita. En un comunicado hecho público por ETA pocos días después intentaba no presentar una situación de ruptura con respecto a las tesis oficiales de la izquierda abertzale ni perjudicar los apoyos que ha recibido la actitud de la propia izquierda abertzale por parte de EA, el único partido que se mantiene a su lado dentro de la aspiración de crear un polo soberanista y que aceptó como válida la reacción de la ilegalizada Batasuna al atentado de Francia. Mientras se reclama que ETA tome decisiones para que «la bicicleta no se pare», en expresión de uno de los conocedores de los entresijos del proceso, los 21 mediadores internacionales contemplan un plazo máximo de doce meses para que la situación avance significativamente.
Cabía especular con el hecho de que, coincidiendo con el Aberri Eguna este domingo, ETA pudiera aprovechar para ofrecer una primera respuesta al emplazamiento de Bruselas, pero fuentes conocedoras del proceso ven «improbable» que lo haga por ser una apuesta «demasiado precipitada». «Esto es una carrera de fondo, no pretendamos esprintar ahora. Hay que valorar que se están dando pasos importantes que se pueden concretar en un nuevo proceso de paz», asegura una persona vinculada a la izquierda abertzale que ha participado en el último proceso de debate.

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