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sábado, 12 de julio de 2014

Anthony McIntyre afirma que Gerry Adams es el Berlusconi de Irlanda

Ponemos un artículo de Borja Bergareche sobre Anthony McIntyre, que consideramos interesante, por cuanto refleja las experiencias y puntos de vista del propio McIntyre (artículo integro sin editar);

Ha llegado la hora de que mires debajo del coche, Carrie. Tic-tac-tic-tac». Cuando a Carrie Twomey le informaron, hace dos años, de que una cuenta en Twitter de un grupo paramilitar lealista había circulado esa amenaza, acudió por primera vez a la policía irlandesa para pedir protección para ella y su marido. La pareja, residente desde 2007 en una localidad irlandesa a una hora al sur de la frontera con el Ulster, llevaba ya dos años sufriendo una campaña de intimidación de grupos republicanos norirlandeses. Pero las autoridades irlandesas no les dieron la respuesta que esperaban. «Tu marido no está muerto todavía, ¿no?», le dijeron.

Su esposo, el historiador y periodista Anthony McIntyre, fue el encargado de realizar las entrevistas a 26 exmiembros del IRA para el llamado Proyecto Belfast, un archivo oral del conflicto norirlandés impulsado por el Boston College de Massachussets. El director de la investigación, el periodista norirlandés Ed Moloney, eligió a McIntyre por una sencilla razón: era uno de ellos. En 1996, dos años antes de los acuerdos de paz de Viernes Santo, McIntyre salió de prisión tras cumplir una pena de 18 años por pertenencia al IRA Provisional y por el asesinato de un paramilitar protestante en 1976.

«¿Le mataste?», le preguntó ABC en una entrevista en su casa esta semana. «Sí». Cuando, en 2010, el proyecto salió a la luz en un libro publicado por Moloney, «Voces desde la tumba», la vida de los McIntyre —y de todos los relacionados con el archivo oral recabado entre 2001 y 2006 con más de 40 entrevistas a exparamilitares lealistas y republicanos— cambió para siempre. El pasado 30 de abril, el líder republicano Gerry Adams fue detenido e interrogado durante cuatro días por su presunta participación en el secuestro y asesinato en 1972 de Jean McConville, una viuda de 36 años y madre de diez hijos.

Las sospechas policiales se basaban, al parecer, en una única fuente: las entrevistas a dos disidentes del IRA ya fallecidos, Brendan Hughes y Dolors Price, incluidas en el Proyecto de McIntyre y Moloney. Este uso policial del material académico, solicitado judicialmente al Boston College por las autoridades británicas, ha terminado por situarles, según denuncian, en la diana del movimiento republicano. «El Sinn Féin ha creado la atmósfera de intimidación y miedo en la que vivimos», denuncia McIntyre. «Tras la detención de Gerry Adams, fueron cargos electos del Sinn Féin los que nos llamaron chivatos a los responsables del proyecto del Boston College», explica.

«No creo que quieran asesinarnos, pero el riesgo es real, quienes están detrás de las amenazas contra mí y mi mujer es la misma gente que ocupó posiciones importantes en el IRA en el pasado, son los que etiquetaban de “chivato” a quienes luego aparecía asesinados», reflexiona. La víspera de la publicación del libro de Moloney —que reside en Nueva York desde hace una década— en abril de 2010, la casa de los vecinos de los McIntyre en la pequeña localidad irlandesa en la que viven fue atacada. «Son una pareja de abuelitos, y les llenaron de excrementos la casa, el coche y el buzón», explica su mujer. Además, denuncian la sensación de estar vigilados también por los servicios de inteligencia británicos. «Comparten con el Sinn Féin el interés en que no afloren las barbaridades del pasado», denuncia la californiana Twomey, que es la única que viaja de vez en cuando a Belfast. Los abogados de McIntyre le han recomendado no hacerlo por el riesgo de detención, además de por las amenazas.

La pareja vive en estado de sitio. Ella está convencida de que sus comunicaciones telefónicas y su correspondencia con la embajada de EE.UU. en Dublín, a quien también ha solicitado ayuda, están intervenidas. Sus nombres han aparecido en grafitis amenazadores en Belfast. Y acusan al Sinn Féin de filtrar informaciones falsas en ciertos tabloides para involucrar a Carrie en las grabaciones, «acusándole» de ser quien transcribió las entrevistas, extremo que niega. «Intentamos evitar la paranoia, pero al mismo tiempo hay que estar alerta», resume McIntyre, que se doctoró en Historia por la Universidad de Queens de Belfast al salir de prisión.

«Es como si hiciéramos turnos de vigilancia; no es algo que hayamos decidido conscientemente, pero se ha establecido una rutina», dice McIntyre. Temen por sus hijos, de trece y nueve años. «Siempre fui un ave nocturna, pero cuando comenzaron las citaciones judiciales en 2013 me entró miedo a que lanzaran piedras u objetos contra la habitación de mi hijo, que da a la fachada. Pasé a creer que si alguien en la casa seguía despierto impediría cualquier ataque, así que empecé a permanecer despierta hasta las 4-5 de la mañana, cuando sé que Anthony ya amanece», explica Carrie. Amanecer temprano es un viejo hábito adquirido en los largos años de prisión, recuerda McIntyre.

Este no reniega ni de su pasado ni de su ideología republicana, pero condena el uso de la violencia. Apoyó la «lucha armada» de ETA hasta el asesinato de Yoyes. «Hay cosas por las que nunca pediremos perdón, como la muerte de los 16 paracaidistas en 1979, pero tenemos que mirar atrás a muchas otras acciones cometidas por el IRA Provisional que no debíamos haber realizado», reflexiona. Se refiere a la emboscada de un comando del IRA Provisional contra un convoy del ejército británico en Warrenpoint, junto al castillo fronterizo de Narrow Castle, en 1979. Una primera bomba estalló al paso del convoy y mató a seis soldados del regimiento de paracaidistas, uno de los más involucrados en la represión en el Ulster. La segunda estalló cuando llegaron los refuerzos, causando la muerte a otros doce soldados.

Con los acuerdos de paz de 1998, McIntyre se convirtió en un «disidente» republicano contrario a la estrategia del Sinn Féin. «No estoy en contra de la paz sino del proceso, porque no es más que una estrategia política para la expansión de Sinn Féin», reflexiona. «Tras la firma del Acuerdo de Viernes Santo, el proyecto político del Sinn Féin dejó de ser un proyecto republicano, abrazamos todo aquello a lo que nos habíamos opuesto siempre», cree. «Sabíamos que no podemos ganar, pero no tenemos por qué celebrar la derrota». El tratado de paz, además de consolidar el alto el fuego dictado por el IRA en 1994, estableció la autonomía regional que permite hoy a Martin McGuinness, excomandante del IRA, ser el vicepresidente del gobierno norirlandés en coalición con sus viejos adversarios unionistas.

Para McIntyre, este nuevo entramado institucional no sirve más que para apuntalar la carrera política de hombres como Adams o McGuinness. «Gerry Adams es uno de los políticos irlandeses menos honestos. Es el Berlusconi de Irlanda. No creo que sea un corrupto en el sentido de usar el puesto para sacar dinero, pero es un político deshonesto y ambicioso que solo trabaja para sí mismo. No hay otro político irlandés con tantas cosas feas a sus espaldas que siga todavía ahí».

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