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lunes, 22 de octubre de 2012

Raymond Gilmore, infiltrado y supergrass, se siente abandonado por los británicos

Según una información de EFE vía elnortedecastilla las quejas por la soledad y olvido al que está sometido uno de los mayores infiltrados y supergrass en el Norte, por parte de los británicos, deja muy claro el precio de la delación.

Un antiguo espía de los servicios secretos británicos, infiltrado en el Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante el conflicto en Irlanda del Norte, denuncia abandono y pobreza después de que su trabajo salvase "incontables vidas", según un documental de la cadena BBC que se emite hoy [el día 9].

Raymond Gilmore, quien reside ahora en el sureste de Inglaterra con una identidad falsa, asegura que, a pesar de haber "salvado muchas vidas", teme constantemente por su seguridad y se siente abandonado por los servicios de contraespionaje británicos, el MI5.
Según el exespía, los servicios secretos le prometieron al comienzo de su carrera medio millón de libras (620.000 euros), una nueva casa, una pensión y asistencia médica, pero solo recibió 600 libras mensuales (750 euros) durante tres años y un alojamiento modesto.
También lamenta la falta de una oferta de trabajo y denuncia que la identidad falsa creada por sus superiores es demasiado débil como para mantener su anonimato, motivo por el vive en un estado de "miedo" y "paranoia", agravado por el alcoholismo y estrés postraumático que sufre.
Según la BBC, Gilmore ha llevado su caso ante el Tribunal de Poderes de Investigación (IPT, sus siglas en inglés), un órgano que examina denuncias efectuadas contra los servicios de inteligencia británicos.
Gilmore ingresó en 1976, con apenas 17 años, en las filas del Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA), una escisión del IRA, como agente de una unidad especial de la antigua Policía norirlandesa, el Royal Ulster Constabulary (RUC), en la localidad de Derry.
Cuatro años después, se unió al IRA, pero su tapadera fue descubierta en 1982 cuando las fuerzas del orden recuperaron una ametralladora gracias a una información que suministró, lo que a ojos de los dirigentes paramilitares no dejaba dudas sobre la condición del infiltrado.
Sus experiencias le convirtieron en el único testigo de un macrojuicio celebrado en 1984 en el que se sentaron en el banquillo de los acusados 35 supuestos miembros del IRA en Derry, un proceso que se vino abajo porque el juez instructor consideró a Gilmore "falto de credibilidad".
Después de aquel juicio, en las paredes de Derry de los barrios católicos aparecieron pintadas con amenazas de muerte contra Gilmore, considerado un mercenario por el movimiento republicano.
Todavía hoy, su supuesta traición es criticada por algunos miembros del Sinn Fein, antiguo brazo político del IRA, como Danny Morrison, responsable de aparato propagandístico republicano durante los años más duros del conflicto en la provincia británica.
"No se le echará en falta, no habrá simpatía hacia él y no resulta inesperado el hecho de que el MI5 se deshaga de gente cuando acaba con ellas", declara Morrison.
En el lado opuesto se sitúa el parlamentario del mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP) Ian Paisley Júnior, quien afirma que "un agente que trabajó para el Gobierno durante la guerra más sucia que ha existido desde el otro lado de Kosovo debe de ser protegido y se deben respetar sus obligaciones contractuales".

1 comentario:

Anónimo dijo...

El triste destino de un mercenario... Roma no paga a traidores, porque este lo es.