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miércoles, 11 de mayo de 2011

Kilmainham gaol

De casualidad, he dado con este interesante artículo de Melissa Silva Franco - Enviada especial / Irlanda para Nueva Prensa de Guayana, que por su interés creo conveniente reproducir:


Historias que deambulan por la cárcel más antigua del mundo

Está ubicada en Dublín (Irlanda), donde millones de personas al año visitan sus pasillos para conocer grandes sucesos. Desde historias de amor dramáticas, fusilamientos hasta la cuna de grandes escritores

Detrás de cada delincuente hay una historia que contar. Y detrás de cada cárcel permanecen estas historias inquietas y deseosas de no morir en el olvido. Esta premisa toma mayor fuerza cuando aún éstas prisiones se mantienen de pie, son visitadas al año por más de tres millones de personas y representan una de las más antiguas del mundo, con alrededor de 220 años de funcionamiento.

Se trata de la prisión de Kilmainham, ubicada en Dublín (Irlanda) y que hoy día funciona como un museo que busca mantener vivas las historias de sus reclusos y reclusas, quienes en aquella época ingresaba por delitos tan sencillos como mendigar o pedir algo para cubrirse del frío invernal de este país, que puede alcanzar hasta los -15º centígrados.

Sólo basta mirar los paredones externos de la cárcel para saber que su color gris y la dureza de sus reglas internas de la época acabó con la vida de muchos inocentes, la mayoría de ellos, niños entre 7 y 9 años de edad que cumplían condenas junto a sus padres.

Muchos historiadores e investigadores de diferentes partes del mundo llegan al año a esta cárcel de Dublín, a fin de indagar sobre los inicios de los procesos legales, penales, la aplicación de las leyes y las medidas que privan de libertad a los que incumplen las normas.

En torno a esta cárcel hay una serie de polémicas por su papel en la historia de Europa, el aporte que dio para la construcción de nuevos centros de reclusión. Algunos la visitan por admiración, mientras que muchos otros siguen denunciando su presencia.

Pero más allá de las polémicas creadas, la prisión Kilmainham tiene entre sus muros una lista larga de historias humanas, criminales e históricas de siglos anteriores. Por lo que hoy, Nueva Prensa de Guayana narra historias que simbolizan lo vivido por sus reclusos en estos 200 años de funcionamiento.

Mujeres: Presas y víctimas

Las mujeres fueron las protagonistas de las historias más escalofriantes que puedan narrarse de lo ocurrido en esta prisión. Se habla de que muchas de ellas sufrieron una doble condena: privadas de libertad y sometidas a los malos tratos de reclusos.

Marye Phonex, quien trabaja como investigadora en la actual cárcel museo, explica que alrededor de 1790, no existían celdas específicas, sino que hombres, mujeres y niños eran recluidos en las mismas zonas, incluso en espacios destinados para una persona llegaron a convivir hasta nueve.

La gran mayoría de mujeres fueron violentadas sexual y físicamente por sus compañeros de cautiverio, quienes aprovecharon la falta de vigilancia y el hacinamiento para cometer nuevas fechorías contra estas mujeres, sin que estos delitos fueran penalizados.

El delito por el que la gran mayoría de mujeres y sus hijos fueron detenidos fue el mendigar por algo de abrigo y comida en las frías calles de Dublín. Un hecho tan sencillo las condujo a una vida llena de grandes tragedias como ser violadas, golpeadas, sometidas y hasta la pérdida de hijos. Y es que estas reclusas debieron convivir con hombres que habían cometido delitos mayores como asesinatos, robo a mano armada y tráfico de mercancía”, explica John Gothe, profesor universitario.

Así fue la vida de Khatty, una joven de 21 años que alrededor de 1798 llegó a la cárcel de Kilmainham, junto a su hermana menor de 16 años. Ambas fueron capturadas en el centro de la ciudad cuando pedían algo de comida en los alrededores de un restaurante. Tras la denuncia de uno de los trabajadores, las dos chicas fueron trasladadas por un policía al juzgado que quedaba en el mismo interior de la penitenciaria.

Tras una sentencia de seis años, Khatty y su hermana debieron ingresar a las celdas comunitarias, donde fueron recibidas por delincuentes que llevaban el dominio. Tras varios años de abusos y maltratos, las jóvenes perdieron las ganas de vivir, incluso, se volvieron demente hasta que quedaron reducidas hasta el final de sus días.

Actualmente no existe un listado de víctimas, pero algunos historiadores calculan que entre mujeres y niños se alcanzó más de 100 mil personas.

Una historia de amor

La prisión de Kilmainham también fue escenario de historias de verdadero amor, que aún permanecen en la mente de los dublineses y que incluso han sido inspiración de muchos poetas y escritores en el mundo.

Entre estas historias se encuentran la de Joseph Mary Plunkett y Grace Gifford, quienes contrajeron matrimonio horas antes de que Joseph fuera fusilado en el patio del recinto carcelario.

La investigadora Phonex narra que el joven Joseph Plunkett participó en revueltas sociales de la época por lo que al ser detenido fue sentenciado junto a sus compañeros a morir fusilados.

Fue así como en la mañana del 3 de mayo de 1916, horas después de las ejecuciones de sus compañeros Patrick Pearse, Thomas Clarke y Thomas MacDonagh, este joven pidió un último deseo a la Corte de Justicia: casarse con su novia Grace Gifford.

Tal y como establecía la ley, la Corte Marcial aceptó y Grace fue avisada por la tarde, acudiendo rápidamente a una joyería de Grafton Street a comprar los anillos de boda.

Grece llegó a Kilmainham alrededor de las 6 de la tarde, y la mantuvieron esperando en la capilla de la prisión hasta las 11:30 de la noche, cuando trajeron a Joseph con una fuerte custodia.

Dos soldados actuaron como testigos y la capilla estuvo escasamente iluminada por dos velas.

La rápida ceremonia nupcial fue efectuada por Eugene McCarthy, el capellán de la prisión. Después de la misma, sólo se les permitió verse durante diez minutos, en la celda de Joseph y bajo custodia militar.

Él fue fusilado al amanecer de ese día, por lo que Grace llegó a ser conocida como "la novia trágica de 1916".

Se cuenta que los diez soldados encargados de disparar a los sentenciados a muerte siempre tenían la esperanza de no haber sido ellos los asesinos, debido a que la Corte ordenaba a que uno de ellos no tuviera su armamento con las balas, aunque ninguno de ellos sabía cuál de las armas había disparado sin municiones. Se conoce que estas armas las ponían a punto militares que no debían revelar el secreto.

Patio de la muerte

En 1916 hubo una rebelión en Irlanda que acabó con la detención y el encarcelamiento de sus dirigentes. Todos fueron condenados a ser fusilados, en el patio de la propia cárcel. Los 97 presos fueron condenados a muerte.

El último de los rebeldes en ser ejecutado fue James Connolly, el 12 de mayo, a quien tuvieron que sentar en una silla para enfrentarse al pelotón de fusilamiento, ya que no podía mantenerse en pie debido a las graves heridas que había sufrido en los tobillos durante la rebelión.

Su cadáver fue llevado a la morgue, con un anuncio oficial para intentar atraer a sus compañeros que habian huído y se acercasen a rescatar su cuerpo.

Pasaron varios días, hasta que en uno de sus amigos de combate realizó un procedimiento digno de una película de acción y se llevó el cuerpo y no se sabe hasta ahora donde fue enterrado.

Hoy día, Connolly representa uno de los próceres de Irlanda, y su vida y obra es explicada en los libros de historia, donde el capítulo de sus últimos días en la prisión de Dublín tiene vital importancia.

-La versión más aceptada es que fue conducido por los soldados británicos al cementerio militar , al lado de la prisión, de Arbour Hill, donde junto a otros 14 ejecutados fue enterrado en una fosa común y tapados con cal viva-

Desenterrar el pasado

Aunque en esta cárcel deambulan historias llenas de sufrimiento y desapariciones, hoy día representa uno de los diez sitios más visitados en Irlanda.

El gobierno considera que es una manera de desenterrar el pasado, mantener en la actualidad la lucha que ha existido en Dublín por la libertad social y política.

Es por ello que impulsa su mantenimiento e investigaciones para conocer más a fondo lo vivido en el actual museo.

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