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lunes, 2 de noviembre de 2009

Cine del conflicto

7.En el nombre del hijo (Some mother´s son):

Director:Terry George.

Reparto: Helen Mirren, Fionnula Flanagan, Aidan Gillen, David O'Hara, John Lynch.

Una profesora de escuela, viuda y pacifista, ha intentado no meterse en el conflicto del norte de irlanda,su tierra natal, dedicándose únicamente al cuidado de sus tres hijos. Sin embargo, su confortable existencia da un vuelco cuando su hijo Gerard es capturado el día de nochebuena, junto con otros militantes del IRA.
Una vez ingresan en la prisión, se unen a un grupo de reclusos que se niegan a llevar el uniforme de preso porque ellos se consideran presos de guerra. El conflicto estalla en el presidio y finalmente consiguen que los presos puedan vestir ropa de calle tal y como solicitaban. No obstante, el gobierno extiende el privilegio a todos los presos, así que el conflicto vuelve a resurgir.
A la vez, la madre de Gerard, que anteriormente se oponía a la violencia, se va acercando a las ideas y la postura de su nueva amiga, la madre de Frank, nacionalista radical.

Al dublinés Jim Sheridan y al norirlandés Terry George les gustan los conflictos morales fuertes, mejor si están relacionados con la familia. Ya lo demostraron en su anterior película, el éxito internacional En el nombre del padre, co-escrita por ambos y dirigida por Sheridan. Ahora repiten el mismo esquema en su nueva radiografía del conflicto político de Irlanda del Norte: En el nombre del hijo, esta vez dirigida por Terry George, que debuta así tras la cámara.

El guión recrea hechos reales acaecidos en Belfast en 1981. Ese año, un grupo de reclusos del IRA —encabezados por Bobby Sands, que, sin salir de la cárcel, llegaría a ser elegido diputado del Parlamento británico— se enfrentaron al férreo gobierno de Margaret Thatcher con el objetivo de que fuese reconocida su condición de presos políticos. La última de sus acciones fue una larga y trágica huelga de hambre, que les costó la vida a varios presos. Las madres de dos de ellos, una moderada (Helen Mirren) y otra nacionalista radical (Fionnula Flanagan), se enfrentarán al dilema moral de respetar las íntimas convicciones de sus hijos o intervenir para evitar su muerte.

Como en todas las películas de Jim Sheridan, el guión está muy bien estructurado y tiene una gran riqueza de matices dramáticos, que mantienen el interés del espectador de principio a fin. Terry George lo convierte en imágenes imitando el vigoroso estilo realista de su amigo y maestro Sheridan. Consigue muy buenos resultados en cuatro o cinco secuencias, sobre todo en las que describen acciones espectaculares del IRA o de la policía. Sin embargo, a veces no consigue integrar plenamente el tono intimista del drama de las madres y los presos con el tono más ampuloso de la denuncia política, lo que hace que a ratos el ritmo se ralentice en exceso. Esto se compensa un poco exprimiendo al máximo las magníficas interpretaciones de un reparto muy compensado y dando más protagonismo a la impactante partitura de Bill Whelan.

En cuanto al fondo, la película —al igual que En el nombre del padre— lanza un contundente mazazo a la actitud ambigua, evasiva y a veces ilegal que, según sus autores, mantiene el gobierno británico respecto al conflicto norirlandés. Pero Sheridan y George equilibran un poco esa visión humanizando ciertos personajes ingleses y extendiendo sus críticas al recurso a la violencia por parte del IRA y de su brazo político, el Sinn Fein. En realidad, sin ocultar sus simpatías nacionalistas, denuncian la deshumanización e insensibilidad que conlleva la falta de diálogo entre las fuerzas políticas, contraponiendo a ella la visión más certera y menos mediatizada del hombre de la calle y, en concreto, de las madres de los implicados. En esta misma línea, se elogia el esfuerzo pacificador de la Iglesia católica en Irlanda del Norte, aunque se incluye una secuencia equívoca y sorprendente en la que un obispo da la comunión a todos los presos del IRA como si no fueran unos asesinos.

Como era de esperar, el rodaje de la película desató en Gran Bretaña una encendida polémica, que se ha visto avivada por el éxito en el Festival de Venecia de Michael Collins, de Neil Jordan, que recrea la vida del carismático líder independentista irlandés de principios de siglo, y por el estreno de Nothing Personal, de Thaddeus O’Sullivan, sobre un grupo de asesinos protestantes norirlandeses conocidos como los carniceros de Shankill. Todo ello, en el ambiente enrarecido que provocó el estancamiento del proceso de paz a principios de 1996, y la consiguiente ola de atentados del IRA y la vuelta a las calles del Ulster de las tanquetas del ejército británico. Desgraciadamente, la historia continúa. J.J.M.

La prensa británica, en el papel de feroz defensora de la unidad del Reino, se ha encargado de recordar que George estuvo vinculado a un grupo escindido del IRA y que, en la década de los setenta, pasó tres años en la cárcel por posesión de armas. Pero el realizador, que en su debut como director cuenta las huelgas de hambre de los presos republicanos en 1980 desde la perspectiva de sus madres, nunca ha ocultado sus inclinaciones nacionalistas.

Bobby Sands y sus compañeros del IRA, que reclamaban el estatus de presos políticos fueron «mártires de una causa», dice. De Helen Mirren, que encarna uno de los papeles principales, George asegura que la eligió porque además de una actriz formidable «es de izquierdas y simpatiza con la situación de Irlanda del Norte».


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